Mapa conceptual (en valenciano) que representa los principios fundamentales
y organización del poder del Estado bajo la MONARQUÍA ABSOLUTA.
Este documento puede ser útil para comprender la naturaleza de las formas de gobierno dominantes durante el Antiguo Régimen. El poder "de uno solo" (ab solutus) se presenta en esta época como de origen o de derecho divino (el poder lo recibe el rey de Dios, de quien es representante en la tierra). Por esta razón, todos los poderes del estado (legislativo, ejecutivo, judicial y militar) se concentran en la persona del monarca o rey (El estado soy yo) que, por razones obvias, no puede ejercer tales poderes él solo; este hecho o principio lo que establece es que cualquier persona que detente algún tipo de poder o autoridad en aquella época, lo hace siempre en nombre del rey y gracias a él. El rey nombra y cesa ministros, jueces, o generales, sin rendir cuentas ante nadie. Los parlamentos o cortes sólo tienen un carácter asesor y no representan la voluntad del pueblo. Sólo la voluntad del rey es la ley (esto es ley porque yo lo quiero).
El rey está obligado, si no quiere ser tenido por un déspota o tirano, a cumplir las leyes y tradiciones del reino, pero no hay nadie ni ninguna institución que limite su voluntad o se sitúe por encima de él. En este tipo de monarquía las personas carecen de los derechos y libertades que podrían garantizar unas leyes emanadas de sus representantes (y aprobadas en un parlamento) y aceptadas por todos como expresión de la voluntad de la nación. Por esta razón, no hay ciudadanos sino súbditos (personas sometidas a la voluntad de otro). En este sistema la nobleza y el clero, que constituyen los estamentos privilegiados, se benefician del monopolio de los cargos públicos y de las prebendas que el rey concede. La Iglesia, además, justifica el poder del rey como algo que le ha otorgado Dios y al erigirse en garante de la salvación espiritual de los súbditos del rey, se convierte en la institución que fundamenta la monarquía absoluta de derecho divino. Sociedad estamental y absolutismo monárquico se convierten, así, en los dos pilares fundamentales del llamado Antiguo Régimen.
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